ANOCHECERDE UN DIA AGITADO

ANOCHECER DE UN DIA AGITADO



Papis, gracias por participar con sus comentarios. Nos hacen sentir que nos están acompañando, y la verdad necesitamos, que aunque desde lejos, estén cerca nuestro.
Antes de empezar, una digresión familiar: ¡Pity de mi alma, feliz cumpleaños!
A lo nuestro.
Está anocheciendo luego de una siesta reparadora que para algunos no terminó. Lo confirman los ronquidos sincopados de mis compañeros de cuarto, Ruben Longo y nuestro Spielberg particular, Don Pablo Funes.
Pero volvamos a donde quedamos:
ROCKET, la disco de anoche, tiene forma de cohete espacial, por lo que las pistas están dispuestas en tres o cuatro pisos que se ven más o menos desde todos lados.
El Belgrano copó el segundo piso, frente al VIP, detrás del lugar desde donde el legendario Sapo, un cordobés que es leyenda en Bariloche, y sobre el cual volveremos a hablar en el futuro, hace su animación.
Nombré el VIP, y es bueno que nos detengamos en él para describirlo. Por estos pagos de Dios, VIP no es el espacio destinado a the verry important people, sino el asilo de ancianos, o el cuadrado de los mochos, como llaman en el campo al corral que mandan a los toros capones; es decir, un apiladero de padres, con cobertura de PAMI incluida, que disfruta desde el otro lado del vidrio, cómo disfrutan vues/nuestros hijos este mojón en su vida llamado viaje de egresados.
Entre la nostalgia del VIP y el presente protagónico de la pista, esta delegación encontró el eslabón perdido: Cintia y Florencia, nuestras acompañantes juniors, a las que a partir de aquí denominaremos “Las Primas” en honor al legendario grupo que inmortalizara clásicos de la talla de “Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas”.
Las Primas están habilitadas para todo. Ellas pueden bailar con los chicos y volver a compartir nuestra evocación tanguera, a pesar que les cueste unos cuantos minutos convencer al portero del VIP que son acompañantes.
Recordé “Los nenes con los nenes, las nenas con las nenas” y sin querer me dí el pie para un poco de sociología barata.
Como sabrán (y si no, entérese por este medio exclusivo) los chicos bailan con los chicos, y las chicas entre sí, y a su vez todos juntos.
Acerca de ello, usted vecino, vecina de mil batallas perdidas y alguna ganada en pistas de antaño, se preguntará cual es la gracia.
Creo entender que la gracia es que ellos jamás serán, como yo, como usted, vecino, vecina, perdedores de mil batallas en una pista.
Ellos no sienten la frustración del rebote. No conocen lo que significa que del uno al diez no te dé bola ni la número once en tu lista.
Y las chicas por su lado, no tienen que esperar a las dos de la mañana para bailar en calidad de descarte con el último orejón del tarro.
¡Todo eso se acabó! Ahora manda el socialismo bolichero, donde los facheros y el resto del mundo se divierten por igual.
Después de dormir un tiempo similar a lo que dura un viaje entre Constitución y Témperley (el día que funciona el Roca), desayunamos y fuimos a Piedras Blancas.
La actividad se desarrolla en el Cerro Otto, vulgarmente conocida como culipatín.
Las excursiones programadas son todas muy buenas, pero ésta, históricamente es la vedette.
Subimos al cerro con un cielo encapotado, que abrió recién cuando volvimos, como a la una de la tarde.
Nos hemos tirado por las pistas que estaban habilitadas, venciendo frío, hielo y vértigo, para cagarnos de risa, como corresponde. Y como corresponde también nos hemos dado varios golpes, que no son nada comparados con los que nos tiene acostumbrados la vida. ¡Sarna con gusto no pica!
Es menester hacer aquí mi primera denuncia, pero no se bien si dirigirla al cocinero del hotel que me ha forzado a subir de peso, o bien al diseñador de los trajes de nieve que hacen que cuando me siento se me bajen los pantalones y se me suba el resto de la ropa, justo en el preciso instante en que el hielo avanza para entrar por la hendija que el suscripto deja visible en la popa de su humanidad, haciendo de su tuje ni más ni menos que un frigobar, sin bebidas por supuesto, porque grábenselo bien en la cabeza que los acompañantes no bebemos, a excepción de Fabiana que lo hace con un fin social, como explicara en entregas anteriores.
Esta noche Punchi Punchi en CEREBRO.
Gracias por los hijos que han educado, y por cómo lo hicieron.
EL SEXTETO MAYOR